Por Silvana de Prado
No sabemos cómo sucede pero en el Samaín, igual que durante el Carnaval, sentimos una inexplicable sensación de mayor libertad; en todos los sentidos. La imaginación, la magia, lo onírico ¡y hasta el disparate! si encajan en algún momento del año es, precisamente, durante estas fechas. Cada uno de nosotros, y cada niño, parece expresarse de una forma más pura a través de algún rasgo más o menos conocido de su propia personalidad: con una gran belleza, de forma extremadamente divertida, ¿completamente terrorífica? ¡También!… Hoy me enteré, por ejemplo, de que llevaba en mi dedo el anillo del mismísimo Jack Sparrow ¡y no me había enterado! (Estos niños… Jajaja).
«Anoche, en casa, después de cenar y ver un rato la tele, te fuiste a tu dormitorio. Estaba muy oscuro y en silencio. Cuando encendiste la luz ¡encontraste a un duende durmiendo en tu cama!…» ( Mi propuesta para niños y niñas de 6 a 9 años y, a continuación, cuatro de sus mejores microrrelatos que compartiremos mañana durante el día más importante en torno al Samaín dentro del aula. Sin faltas ortográficas, las corregí para facilitar vuestra lectura; conservé, eso sí, su expresión natural infantil ) ¡Ahí vamos! :
« Y me desperté. Y me asusté. Pero descubrí que era muy bueno. Entonces sonrió y me dijo: -«Hola, soy un duende, he salido de un cuento y he acabado aquí. Necesito volver». Entonces yo le dije: -«Claro». Y él me dijo: -«Tenemos que encontrar una montaña». Tuvimos que coger un telescopio para ver la montaña. Cuando la vimos allí estaba el cuento. A mí me dejó entrar. ¡Cuando salí me fui muy contenta a la cama! ».
« Y lo eché. Me dormí y al rato…¡Volvía a estar en mi cama!. Cogí una raqueta y le di en la cabeza. Se quedó en el suelo y se convirtió en un zombi y me quería comer el cerebro. Escapé pero ¡se convirtió en un lobo!. Corrí mucho, me mordió el culo y me dolía mucho y no tenía un ojo el lobo. Llamé a la policía pero…¡ahhh…Se comió a los polis!. Estaba en el bosque y me cagué. Se convirtió en hombre lobo y mi calabaza le seguía. Les di con un bate de béisbol y vino un loco borracho con una lanza. Me disparó pero falló y ese día me cagué aún más ».
« Me asustó mucho y salí de mi habitación. Corrí y cerré la puerta muy fuerte y se atascó. Menos mal. Después me fui al sofá para poder dormir pero al rato siguiente me chupó la cara y me dio un infarto. Y fin ».
« Después abrí la puerta de la habitación y había una sombra. Esa sombra parecía de una bruja. Tenía mucho miedo. Después fui a la habitación de mis padres para ver si estaban despiertos y ya no había nadie. ¿Habría escapado por la ventana? No sé si estarán en la sala. Después vi un zombi que me quería comer el cerebro y tenía cuarenta ojos y un cerebro enano. Llamé a mis padres y estaban como una roca. Después apareció el duende en el baño, estaba robando el dinero escondido. Después apareció un amigo mío y cogí un bate de béisbol y la tapa de la basura. Con mi amigo nos protegimos. Con el kétchup. Y dije: – «¡Aaaahhh!. Continuará ».
Tremendos, ¿¡verdad!?
*